La tradición dice que hay que reverenciar una vez al año a la dueña de las cosechas y del ganado, rectora de las estaciones y proveedora de vida. De no ser así, la Pachamama puede enojarse en forma de terremoto, sequía, inundación, helada, incendio, granizo, huracán, hambre, enfermedad y muerte.
En el norte andino, el ritual incluye cavar un hoyo donde se mete una olla de barro con comida, pan y dulces, espigas de choclo, una botella de chicha o aguardiente, tabaco y hojas de coca, para “carar” (alimentar) a la Pachamama, el que luego se cubre con piedras, hasta formar un montículo llamado “apacheta”.
La veneración a la diosa Tierra es quizás la más antigua de la región andina sudamericana, hasta el punto que algunos autores la consideran anterior al culto a Inti, dios Sol de los incas.
En el norte andino, el ritual incluye cavar un hoyo donde se mete una olla de barro con comida, pan y dulces, espigas de choclo, una botella de chicha o aguardiente, tabaco y hojas de coca, para “carar” (alimentar) a la Pachamama, el que luego se cubre con piedras, hasta formar un montículo llamado “apacheta”.
La veneración a la diosa Tierra es quizás la más antigua de la región andina sudamericana, hasta el punto que algunos autores la consideran anterior al culto a Inti, dios Sol de los incas.
Mónica: Bibliotecaria T.M
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