MUJERES EN EL VIRREINATO DEL RÍO DE LA PLATA
¿Cuál era su rol?
El orden colonial confinaba a las mujeres a una situación de
inferioridad social y jurídica con total desigualdad respecto a los
varones. Las normativas legales las ubicaban a disposición de su
padre y posteriormente de su marido. De esta manera, las mujeres
de la clase alta tenían tres opciones para su proyecto de vida: el
matrimonio, la soltería o vivir en un convento de clausura.
La moral de las mujeres en las sociedades coloniales:
El estricto modelo de conducta inculcado en la época para las
personas que integraban la colonia era aún más severo para las
mujeres. Se consideraba que sus actos mostraban no solo su honor
sino también el de su núcleo familiar, una cuestión clave del
imaginario de la época. En este contexto, las características
atribuidas a la femineidad fueron, entre otras, la castidad, la
abnegación y el sacrifico. Se sostenía de esta manera un estricto
ideal de castidad premarital y fidelidad marital en la que cualquier
acción no vigilada atentaba contra el honor de la mujer y la
reputación y descendencia familiar.
Igualmente, en esa época se creía que la mujer estaba incapacitada
para desarrollar cualquier tipo de actividad fuera del hogar y no era
posible para casi ninguna de ellas tener una profesión. En las
reuniones sociales era esperable que asistieran acompañadas pero,
además, que pudieran sostener una conversación agradable, que
supieran bailar danzas españolas y francesas, tocar la guitarra y
cantar para deleitar a los invitados.
Madre esclava hijo/a esclavo/a
Las condiciones de vida de las esclavas estuvieron atravesadas por
opresiones múltiples, entre ellas el color de la piel, a la que se
sumaban las desigualdades atribuidas al género. La mujer africana
padecía por lo tanto diferentes formas de control sobre su vida
pública y privada a través de sus vínculos familiares como hija,
esposa o madre.
Aunque existió un control sobre la natalidad de las personas
africanas, en general el número de nacimientos era bajo. Entre las
causas principales se destacaron las condiciones de vida a las que
eran sometidas pero también, en muchos casos, una decisión
personal que estaba relacionada con la condición jurídica de la
madre: el hijo/a de una esclava nacía esclavo/a.
-Las mujeres esclavas que residieron en áreas rurales trabajaban en
plantaciones o en estancias, y aunque sobrevivieron en un sistema
de explotación más duro que las de la servidumbre, estuvieron en
mejores condiciones de conservar y de transmitir las costumbres
propias de sus lugares de origen. Además, tuvieron en algunos casos
la oportunidad de vivir en comunidad. También se desempeñaban
como trabajadoras ambulantes en casas particulares como
costureras, amasadoras y lavanderas.
El amor en lucha contra la conveniencia: surgimiento de una nueva sensibilidad
La historiadora María Sáenz Quesada (1995) considera que Mariquita fue expresión de una nueva sensibilidad social:
Hacia 1803 Mariquita Sánchez tenía 14 años. Pertenecía a una distinguida familia porteña. A pesar de su juventud, Mariquita decidió cuestionar las rígidas costumbres de su época en torno al matrimonio. No aceptó casarse con el hombre elegido por sus padres, el español Diego del Arco. Amaba a un joven, llamado Martín Thompson y, animada por tales sentimientos y por una personalidad que comenzaba a definirse como muy libre y transgresora, resistió las imposiciones paternas. Ante la intransigencia de sus padres, ella y Martín decidieron llevar el enfrentamiento a la esfera pública. Presentaron un juicio de disenso ante las autoridades virreinales y, finalmente, fue el virrey Sobremonte el que dirimió el conflicto, fallando en favor de los enamorados.
La firmeza de Mariquita al sostener contra viento y marea sus derechos, de los 14 a los 17 años, da cuenta además de una decisión que era fruto de su notable fortaleza, el punto de partida de una nueva sensibilidad social ante el matrimonio: la revalorización del amor de la pareja por encima de los intereses del grupo de familia.
El Himno Nacional en la sala de María Sánchez de Thompson, donde se cantó por primera vez, 1813. Óleo sobre tela. Autor: Pedro Subercaseaux.
En el óleo de Pedro Subercaseaux podemos ver a las manos de Blas Parera desplazándose en el teclado del pianoforte, a la boca entreabierta de Remedios de Escalada de San Martín, que está entonando las estrofas del Himno Nacional, a una hoja que sostiene con una de sus manos, en la que podemos intuir la letra del Himno, al resto de los personajes del óleo siguiendo con atención su canto. Por ende el pianoforte se abre, deja traslucir su esencia; a saber, ser un instrumento musical de cuerdas percutidas por un teclado. Que en el óleo es acompañado por las dulces manos de la mujer que las desplaza por las cuerdas del arpa. Por ende en el óleo de Subercaseaux reside la verdad del pianoforte y su relación con la música.
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